¿Se repite la historia de 1992, apagón?

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Por Mauricio Salgado Castilla

@salgadomg Primera parte

De pronto, la voz del piloto resonó por todo el avión, que se precipitaba inexorablemente hacia la tierra: “Señores pasajeros, aunque los dos motores se han apagado, hay un porcentaje de probabilidad de que alguno vuelva a prender, luego no es necesario preocuparse”.

El 3 de marzo de 1992, el presidente César Gaviria decretó el racionamiento eléctrico en Colombia. Duró hasta el 5 de febrero de 1993, con muchas regiones experimentando hasta 9 horas diarias sin energía. Esto también significó racionamiento de agua en gran parte del territorio.

Durante todo ese año a oscuras, se hicieron grandes reflexiones que terminaron en la Ley Eléctrica 143 de 1994. Se esperaba que a partir de su expedición no enfrantamos una situación similar a la actual, a punto de tener racionamiento. Al oír a los diferentes funcionarios, me parece oír al capitán, hablando de probabilidad de que vuelva a prender un motor o llueva y nos salvemos en el último minuto.

Pero si algo es tan importante, ¿cómo es posible que estemos viviendo una situación de racionamiento de agua y una sombra gigantesca de entrar en racionamiento eléctrico 31 años después?

En 1992 trabajaba en una multinacional dedicada al suministro de equipos eléctricos. Tuve en primera mano las razones del racionamiento, así como fui parte de las soluciones, como poner en funcionamiento en tiempo récord una nueva termoeléctrica, Las Flores, en Barranquilla.

¿En qué se parece la situación de 1992 a la actual?

En esa época teníamos una gran dependencia de las lluvias anuales y como ahora, el único embalse que tiene capacidad de almacenar agua para más de un semestre sigue siendo el Peñol en Antioquia propiedad de EPM.

En 1992, las termoeléctricas, en papel, eran el 30% de la capacidad instalada, pero no se dio aviso con anticipación para que estuvieran operacionales, especialmente las instaladas en la costa Atlántica, en esa época, propiedad de Corelca, empresa del gobierno. Cuando fue necesario que funcionaran, la mayoría estaba en mantenimiento o simplemente sin capacidad de generar. Las tres que existían en Paipa, Boyacá, no tenían carbón en sus patios, dado que simplemente habían preferido no tener ese costo de inventario. Así, cuando el presidente dio la orden de emergencia para que generarán, fue imposible.

Ahora, en todos los noticieros, se ven las imágenes del mismo embalse del Peñol prácticamente sin agua, así cómo los otros ¿Por qué un recurso tan valioso no se protegió desde hace muchos meses? Lo ideal era que se hubiera preservado esa agua, más sabiendo que estamos enfrentando el fenómeno del Niño, que significa una gran sequía.

XM, la empresa del estado responsable de administrar El Sistema Eléctrico Interconectado Nacional, se creó después de la expedición de la Ley Eléctrica de 1994, para minimizar los riesgos de un racionamiento o, por decirlo de una manera clara, evitar un apagón. Debe estar conformada por personas técnicas, ajenas a presiones políticas, de los agentes generadores y suministradores de energía muy grandes, para que optimicen el funcionamiento.

Si XM hace su tarea, el gobierno nacional y regional, los grandes generadores y consumidores no deben interferir.

El modelo de XM, de manera sencilla, le da un valor al agua dependiendo de qué tan llenos están los embalses. Si por razones de exceso de lluvia un embalse está literalmente botando el agua, es lógico usarlo para generar. En ese caso, el costo del agua es prácticamente cero. Si, por el contrario, no llueve y el embalse rápidamente se está secando, el agua que va quedando tiene que ir subiendo de valor para preservarla, versus plantas que puedan operar con gas o carbón, que no dependen del estado del tiempo.

Obviamente, mientras se guarda agua en una represa, los dueños de la hidroeléctrica solamente reciben un valor por tener la planta instalada, pero este es muy alejado del que reciben cuando está en plena generación.

En 1992, EPM, operador del Peñol, decidió seguir utilizando el agua para generar, en lugar de dar alarmas de que el embalse se estaba secando. Solo cuando llegó el momento en que ya no pudieron ocultarlo dieron el aviso, pero nadie estaba listo y el resultado fue ¡apagón!

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